jueves, 14 de agosto de 2008

Crisis del agua







La Tierra tiene sed por falta de agua

Yudith Díaz Gazán (PL).- La naturaleza brinda el agua como un bien inagotable y barato, aunque constituye hoy un recurso más estratégico que el petróleo, pues del hidrocarburo podríamos prescindir, pero del vital líquido no.
Es evidente que en estos momentos, cuan
do la mayoría de los países profesan el credo neoliberal de dejar de luchar por aquello que se puede comprar, el mundo enfrenta la amenaza de quedarse sin agua.
Quienes creyero
n que la época del saqueo de los recursos naturales, probable causa de guerras e invasiones, había pasado, se equivocaron.
Ahora, las campañas bélicas por el petróleo en el Medio Oriente, la agresividad frente a Venezuela, las maniobras para controlar el gas boliviano y los empeños por militarizar el Acuífero Guaraní, revelan el valioso significado de esos recursos en la situación mundial.
Una investigación sobre el estado del agua,
publicada recientemente por Naciones Unidas, reveló que del total de las fuentes hídricas a nivel mundial, el 90 por ciento es salobre, el dos por ciento está congelada en los polos, y sólo el uno por ciento es potable.
El secretario general del organismo, Kofi Annan, advirtió que la “fiera competencia sobre el recurso ha generado temores de que este asunto contenga las semillas de un conflicto violento”.
Por primera vez en la historia, expresó, la cantidad de refugiados por problemas del agua potable (25 millones) sobrepasó la cantidad de emigrantes por razones de guerra (21 millones).
Por tanto, el inminente agotamiento de los mantos subterráneos representa una seria amenaza para la seguridad de las naciones y la salud del Planeta.
El agua es un componente de nuestra naturaleza, presente en la Tierra desde hace más de tres millones de años, y ocupa las tres cuartas partes de la superficie del planeta.
Se compone de tres átomos, dos de ellos de oxígeno, que unidos entre sí forman una molécula de agua, H2O, la unidad mínima en que se puede encontrar.
Tal unión determinará las manera en que encontramos el agua en nuestro entorno, tales como líquidos (lluvias, ríos, océanos), sólidos (témpanos de hielo, nieves) o gases (nubes).
El consumo del H20 se ha triplicado por el crecimiento poblacional, la expansión económica, urbanización, sobreexplotación, contaminación, cambios climáticos y las decisiones erróneas, que han acarreado una dramática escasez del agua.
El 20 por ciento de los habitantes del globo terráqueo, casi dos mil millones de personas, no tienen acceso a fuentes seguras, mientras que los expertos pronostican una demanda m
ayor al 40 por ciento.
En más de dos mil 700 millones se calcula el total de personas que enfrentarán una severa escasez del líquido para el 2025 si el mundo mantiene sus tasas actuales de consumo.
Cerca de mil 100 millones de seres humanos no tienen acceso al agua potable, dos mil 500 millones carecen de sanidad apropiada, y más de cinco millones mueren cada año por enfermedades relacionadas con la contaminación acuífera.
Dos tercios de la comunidad mundial viven en países con escasez de lluvia, por lo que el más preciado de los líquidos se convertiría en un factor importante en las relaciones internacionales.
El 50 por ciento de la humanidad se abastece de cuencas compartidas entre varias naciones que forman sistemas hídricos, y deben asumir obligaciones sobre su manejo y protección.
Específicamente, los gobiernos de Sudamérica implicados en esta problemática aprobaron un proyecto para la protección ecológica del Acuífero y su uso sustentable.
El Grupo Ad Hoc de Alto Nivel del Acuífero Guaraní elaboró un proyecto de acuerdo que tiene como cometido reafirmar la soberanía de los Estados Partes, la defensa del patrimonio y su uso natural transfronterizo.
A los intereses anteriores se suman los de índole militar y la presencia estadounidense en Paraguay, con el pretexto de combatir el narcotráfico, entre otros, pone de manifiesto el deseo oculto de abrir una posible base donde radica la mayor reserva de Latinoamérica.
El punto elegido por Washington para desplegarse le otorga una posición privilegiada con el furtivo objetivo de controlar los hidrocarburos de Bolivia y el Acuífero Guaraní.
Obviamente, Norteamérica está interesada en el control del significativo manto dulce, no precisamente para beneficio de los latinoamericanos, sino para su propia seguridad.
Ya están en marcha las llamadas opciones "científicas", la privatización, el control de las obras de infraestructura y naturalmente la presencia de soldados extranjeros en el lugar.
Por otra parte, Centroamérica sufre el derroche, la deforestación, las incontrolables urbanizaciones modernas y la incapacidad para almacenar agua.
La Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo aseveró que la zona es la de “más alto índice per cápita de uso de fertilizantes, situación que afecta la calidad de vida, provoca enfermedades, deteriora los ecosistemas y provoca hasta la muerte".
Indicó que 20 millones de los 36 millones de pobladores de Centroamérica consumen agua de dudosa calidad, lo cual ocasiona que entre el 60 y 80 por ciento de los problemas de salud en el área se relacionen con el tema.
El líquido obtenido de acuíferos está afectado por el mal uso de los suelos, la utilización de químicos en la producción agrícola y el débil tratamiento de las llamadas aguas servidas o domésticas e industriales cuando van al mar.
Un ejemplo de ello es el caso específico de El Salvador, sus casi siete millones de habitantes viven una severa escasez del vital líquido que los intimida como una bomba de tiempo.
Carlos Aguilar, especialista de la división hídrica del Ministerio salvadoreño de Recursos Naturales y Medio Ambiente, constató que el 98 por ciento de los fluidos residuales están contaminados.
La falta de agua y las exageradas tarifas que deben pagar por un servicio no recibido ha llevado a decenas de personas a salir a las calles y protestar casi de manera diaria en el más pequeño país centroamericano.
Las manifestaciones involucran a centenares de familias que pasan semanas y a veces meses enteros sin recibir una gota del líquido, sin embargo las autoridades responden con el trillado argumento de que las tuberías colapsaron.
Esas protestas, que llegan a formar verdaderos escudos humanos en las carreteras del país como forma de presión, son rechazadas constantemente por el gobierno.
El experto apuntó que se trata de un tema paradójico, porque falta el agua potable aunque la media de las precipitaciones es elevada.
Informes del sector atestiguan que el promedio mundial de lluvia continental se sitúa entre 800 y 900 milímetros, y en El Salvador la cifra es de hasta mil 800 milímetros.
Puntualizó que las precipitaciones "no están disponibles para sus diferentes usos, esencialmente para el humano, que es la prioridad, pues la falta de recursos de purificación impide invertir o administrar mejor la oferta”. ”El agua cae como bendición, pero maldice a la población que no puede utilizarla”, agregó.
Mencionó que la deforestación es un factor negativo para el abastecimiento, y recordó que hace más de 500 años los bosques representaban el 90 por ciento del territorio. Desde 1975 el área se redujo a sólo 12.5 por ciento.
Aguilar concluyó con datos de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES), que asegura la muerte anual de unos 12 mil menores por consumir aguas sucias, sobrevivir sin higiene, y carecer de un sistema de tratamiento de desechos
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